Foto de la semana

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José Cendón

NO PUEDO PARAR DE CREAR

El fotógrafo gallego José Cendón escribe "Billete de ida". Es la historia de una persona que no deja de luchar por la suerte de África.

Envía una foto de actualidad y sera publicada.

martes, 17 de junio de 2008

Una historia verdadera. Parte I

Me cago yo en la puta A.V.T. y en sus cien padres. Menuda farsa, jodida fachada politiquera. A mi no me engañan, seguro que asomo la cabeza y veo ocho bueyes en vez de una locomotora. ¿Alta Velocidad Togolesa? Ya me parecía a mi muy barato, cómo llegue tarde al concierto… ¡dios! Que calor hace en este país.

Me dirijo a Sodoké para ver el último concierto de la gira Africana de THE NAAS. A estas alturas seguro que ya sabes quienes son. Para el resto de la humanidad está es su historia.


Para contar la vida de THE NAAS, primero tenemos que situarnos en el año 2001. El entusiasmo de los padres de tres chavales porque sus hijos tengan aficiones sanas marca el comienzo de una vida de sexo, drogas y ruido. Todo empezó en el salón de un segundo piso en la ciudad de Burgos. Tres compañeros de instituto intentan coordinar un flow que todavía no habían encontrado. Gabriel de la Iglesia “Gabi”, nacido en Burgos y criado en los extrarradios de Gamonal, compra su primera guitarra eléctrica en el mercadillo de las Torres, una FenderScrotocaster de esas, y su primer y único amplificador (que no hace honor a su nombre). Borja de Miguel Hiriendo “Boja”, nacido en Elgoibar y criado por mapaches en los bosques del páramo de Masa, gana su primera guitarra en una timba de poker. Cuenta la leyenda que tras catorce horas de partida, entre humo y whisky, Boja lanza un órdago a pequeña con una escalera de color. El resto de jugadores, totalmente desquiciados, le dan la guitarra para que se marche a freír malvas. Y Alberto Olalla, conocido mundialmente como…Alberto. Nacido en Montgomery, Alabama, y criado por si mismo en Limerick. Aprendió a tocar el bajo con una bandurria de cuatro cuerdas.

Y así el terceto empezó su carrera musical, interpretando canciones de Mocedades y José Luis Perales. Pero faltaba algo, necesitaban alguien que tocase algún instrumento de percusión, y allí estaba Jorge. Jorge Azores Vicario, conocido como “Giorgi”, “Yogui”, “Giorgiolo Gruñón”, “Pequeño Cambrón tocacojones” o “el que se zumbó a una en el concierto de Pereza” entre otros motes. Armado con una pandereta villanciquera, aportó jolgorio y frescura al grupo.

Su primera canción propia “Koki, Koki, Koki eres el rey de este bar”, tuvo como objetivo reunir fondos para desintoxicar a un amigo del grupo. Cuyo nombre no voy a desvelar. Pero salió el tiro por la culata (y le dio a Gabi en el ojo). El dinero conseguido, 750 pesetas, financiaron la carrera alcohólica de su compañero y además arrastró a Yogui con él.

Así buscaron un nuevo miembro. La opción fue Jaime González Güemes Mediabirra Tomé. Nacido en Lezo, Lerma y La Molina, y criado por osos amorosos en el país de la burbuja feliz (digo yo, sino no me lo explico). Empezó tocando el triangulón (como el triangulo pero más grande). Pero al poco tiempo de empezar, recibió una oferta para tocar con los Monty Python Band.

De nuevo tuvieron que buscar al cuarto componente. Este en concreto fue Jorge Martínez. Nacido en Montejo, un pueblo de la campiña Tobalinesa, en donde en vez de biberones hay botas de vino. Conocido como”Joge”,”Koke”, “Kocreto”(y demás variaciones) o “el pelegrino que misteriosamente dejo de beber kalimoxo por un tiempo determinado”. Solucionó dos carencias del grupo. Un percusionista y ruido arrítmico a mansalva.

Con estos cuatro componentes nació el grupo Kennel. Tras meses de interminables horas ensayando, consiguen sacar una maqueta. The Barfly of the Kennel. Y su tema estrella Welcome to the contra suena por todos los chamizos de gamonal y Pentasa.

Desde Madrid reciben una oferta irrechazable del “Promotor Musical” Montoya conocido como El monstruo de las Tetas, porque en todos los vídeo clips que producía aparecían… pues eso, coches antiguos. Sacan su primer disco, titulado como su tema estrella Welcome to the Contra. Este es un disco punk-rock, con temas en castellano e inglés y letras que hablan de Drogas, bares y amores… Esté disco marcó tendencias ya que nadie en el panorama musical había realizado algo parecido.

Ya en mayo del 2003, empieza su primera gira. Todavía con el nombre de Kennel. Sus primeros conciertos fueron por grandes ciudades de España. Burgos (centro), Vilagarcía de Arousa, Teruelexiste, Ourense de abajo, Burgos (Gamonal), Aranjuez…

Ya en el 2004, Alberto sufre el síndrome del pecho paloma y se jubila. Ante la imposibilidad de encontrar un sustituto a su altura, Boja y Gabi se juegan a piedra papel o tijera quién será el nuevo bajista. Se metieron en un cuarto para realizar la disputa.

Jorge estuvo esperando más de tres horas. Se imaginaba una lucha encarnizada en aquel cuarto. Los dos salieron completamente felices. Nadie sabe lo que pasó dentro, pero se dice que cambiaron la tijera por el mechero y jugaron a la “piedra” y el “papel”.

Boja sería el nuevo bajista, aunque seguiría tocando alguna canción con la guitarra. Aquí nace The Naas. El nombre del grupo lo eligieron “democráticamente” Boja y Gabi ante la oposición del batería que prefería un nombre en castellano, como “Cuando el grajo vuela bajo…” o “Los chupachotas”.

El nombre hace referencia a una pequeña ciudad irlandesa. En la cual, según las malas bocas comentan, fueron violados en su paso por la isla durante su infancia, por enanos verdes con sombreros gigantes, los dos componentes que eligieron tal nombre. Ante tal comentario yo tengo mis dudas. Y quiero desmentir esas falacias, diciendo que no eran enanos, sino duendecillos.

Y mientras Grecia ganaba la eurocopa y el Quintanilla Sobresierra reaparecía en la elite del fútbol. The Naas preparaba su primer disco. ¾ de Kennel, fue su nombre. Todos sus temas estaban cargados de rabia y mensaje. Cocaine, una canción profunda sobre las drogas y las relaciones de pareja, les hace recibir muchas críticas desde agrupaciones feministas. Pero al grupo le sudaban los huevos ese sector femenino, y apreciaban mejor las críticas que les lanzaban las veinte añeras en sus conciertos, en forma de sujetadores.

La fama y el dinero llaman a su puerta. El batería es el que asume la administración del dinero y el bajista del páramo de la fama. Jorge se hace cargo de los ingresos del grupo, invirtiéndolo en viñas y en granjas de cerdos. Boja con su encanto especial se administra a las grupis. Gabi entra en una etapa snob clasista, y se arrejunta a una estilista amante de las cervezas llamada Gavinia.

Gavinia propone un estilo ochentero al grupo. Melenas teñidas con peinados casuales (Jorge necesitó una peluca), maquillaje y ropa del armario de la madre de Borja combinado con cuero negro. El resultado fue una extraña mezcla de divo chuequero y personaje de Mad Max.

Este cambio produjo graves trastornos en la sexualidad del bajista y del batería y en el estilo musical del grupo. Un ejemplo es la letra de Jamarosa escrita por Joge, una canción llena de… pues eso de jamarosidad. Borja en un intento de demostración de hombría se deja bigote. Temas como Puta Gorda y Tranquila les enfrenta de nuevo a grupos feministas. Y Gabi escribe temas corrosivos con trasfondos políticos como A Ver Que Pasa. Pero no le valió sólo con las canciones para hacer su denuncia social y crea un periódico antisistema Correos en Burgos. Que con el tiempo se fue transformando en una revista X.

Pero una gris tarde puso en luto al grupo. Gabi se enteró de que Kurt Cobain llevaba muerto varios años, Jorge que el cielo de los hámsteres no existía y Boja de que Bambi era un ciervo macho. Además esa misma tarde murió Giorgi el primer y único panderetista del grupo. Giorgi al que le gustaba que le llamaran; el que se zumbó a una en el concierto de Pereza, falleció por liarse cigarrillos con pelo de gato.

Tras llorar su muerte y drogarse y emborracharse a saco. Deciden no sólo dedicarle una letra sino todo un disco. Lo titulan “el que se zumbó a una en el concierto de Pereza, en paz descanse”. Su canción más influyente fue Amigo mío, escrita por Boja. Y de relleno otras como Dónde están las llaves, matarile rile te han dado. De verdad, ande están las llaves que vamos a hacer una fiesta en tu adosado. El gato Mon. La canción del tabaco. Menuda farsa de testamento y Herederos de tus revistas FHM.

Como siempre fue Gabi quien puso la música a estas canciones mientras los dos restantes componentes jugaban al fútbol. A partir de ese momento una nueva etapa más roquera y comercial marca el rumbo de The Naas.

martes, 10 de junio de 2008

La perdición se llamaba Lola

Siempre me había gustado la noche. Sus sombras, su idiosincrasia, su espíritu. Desde muy joven empecé a salir por discotecas y bares de alterne hasta bien entrada la madrugada.
La noche es muy curiosa. Ves cosas que de día nunca hubieses podido ver. Conoces gente que de día nunca podrías haber conocido. Con veintidós años ya me había cruzado con los especimenes más raros, curiosos e interesantes que una vida completa puede reunir. Desde Alfonso El Mulas (llamado así por tener un negocio de burros en Trespaderne) hasta Jacintito (uno de los tipos más divertidos que existen sobre la faz de la Tierra).
Pero nunca nadie me había llamado tanto la atención como ella. Se llamaba Lola. Qué típico, pensé cuando la conocí, pero qué lejos de la realidad estaba. Nuestro encuentro fue lo más tradicional que puede llegar a ser un flirteo entre humanos: chico conoce chica; chico se presenta; chica hace lo propio como si con ella no fuera el asunto; chico se pone más cachondo ante el pasotismo de chica; chico se empeña en invitarla a bailar; chica accede después de echar una mirada inquisitiva a su amiga fea y… ¡Plas! comienza la magia.
- ¿Quieres bailar conmigo? ¿Cómo? Tienes las dos manos ocupadas con un cigarro y una copa. Si de verdad quieres acercarte a mí, deberás dejar algo. –me dijo
Yo, como soy todo un caballero que lo único que quería en ese momento era follar, no tire ni el cigarro ni la copa, sino ambas cosas y rodeé a la que sería mi musa durante esa noche con los dos brazos.
El flirteo continuó un par de horas. Ella resistía mis embestidas, pero con una sonrisa pícara que fundiría el mismísimo Polo Norte si no lo estuviese haciendo ya el calentamiento global. Quién sabe, quizá las feromonas expulsadas por mi organismo, y por el de otros como yo, fuesen la causa de este cambio climático que marcará la historia de la humanidad. Sea como fuere, la discoteca cerró, y como ya he dicho que soy un caballero que lo único que quería era follar, la emplacé a un encuentro más íntimo, en algún baño, un portal o en la parte trasera de mi coche.
- ¿Quieres acostarte conmigo? La verdad es que me gustas, pero no lo pienso hacer en ningún baño, eso está claro. Si de verdad me quieres echar un polvo tendrá que ser en un buen hotel…o….
- ¿O dónde?
- O en un local que tengo con unos amigos…
A pesar de que a mí me gustan los “aquí te pillo….aquí te ensarto mi miembro y si nos pueden pillar, más morboso será”, no podía rechazar tal oferta.
Decidido, yo y mi amigo el cebollón nos montamos en el coche con aquella interesante mujer. Por el camino, la cosa se fue calentando al mismo ritmo que las revoluciones de mi coche (en todo el trayecto no pasé de primera, así que imagínate) y pronto llegamos al deseado destino.
El local era amplio y confortable. Varios sofás, una tele, una play, un frigorífico y un baño. Lo que sí que me desconcertó fueron varias cadenas y correas colgadas de la pared.
- Ponte cómodo. Ahora vuelvo –me dijo mientras desaparecía tras la puerta del baño.
Al rato salió enfundada en el más extraño traje que había visto en mi vida. Era una mezcla entre Catwoman y Marilyn Manson. Se acercó a mí y me soltó un tremendo bofetón. Acto seguido me ató a una de las cadenas del sofá y se me abalanzó.
- ¿Querías sexo? Pues yo te voy a dar sexo del bueno…¡Esclavo! –gritó mientras me ponía su bota en la boca para que la chupase.
Resultó ser que la que yo creía que era una mojigata era en realidad una sadomasoquista enferma…. Y me encantó.
Dieciséis años después, Lola y yo estamos felizmente casados y tenemos dos maravillosos hijos, pero cuando cae la noche….

lunes, 9 de junio de 2008

El día que hicimo el camino por Alá.

- Oye! no estaba publicado aquí lo del camino de Santiago de esos dos imbéciles.



- No tronco, está dos o tres fabulillas más abajo.

viernes, 6 de junio de 2008

El Tío Diógenes

Tengo un recuerdo de cuando era niño. Creo que tenía unos cinco años…o quizá fuesen seis… no estoy muy seguro.
Mi madre me solía llevar al parque de debajo de mi casa. En realidad no era un parque, sino más bien una plaza, pero para mí era lo mejor que había. En vez de columpios tenía trozos de hormigón, en vez de balones, basura… Basura. Qué extraña palabra, ¿verdad? ¿Hasta donde llega la concepción de basura? ¿Quién decide lo que es basura y lo que no? La basura no es algo como la mesa, que da igual quien la mire, siempre será una puta mesa. Basura es un término relativo, como abundancia, descaro… o felicidad.
Mientras mi madre se sentaba a cotorrear con las vecinas, yo me distraía solo. No me caía bien ningún otro niño. Fue en aquel entonces cuando descubrí el significado de la palabra gilipollas. El hijo de la Nieves era gilipollas. El de la Mari, también, y su primo, no veas. Incluso Raquel, la niña más guapa que conocí en mi vida era gilipollas. Todos eran gilipollas… menos yo.
A mí no me hacía falta un juguete nuevo, ni una puta videoconsola, ni tan siquiera una peonza. Mi imaginación era más poderosa que cualquier juego material. Tan sólo necesitaba un escenario para representar mis fantasías, y aquella plaza lo tenía todo. Si me encontraba un condón usado, me imaginaba que estaba en una fiesta con payasos y globos por todas partes. Si me encontraba una peseta, me imaginaba que era un gran terrateniente de la América pre-secesionista. Incluso, recuerdo una vez que me encontré una jeringuilla y me imagine que era Josu, el de Eskorbuto.
Así fui pasando mi infancia, encontrando un valor oculto en cada una de las cosas que se cruzaban en mi camino. Poco a poco le fui cogiendo afición a coleccionarlas y la afición se convirtió en forma de vivir… para más tarde convertirse en obsesión.
Los médicos me diagnosticaron una nueva enfermedad: el Síndrome de Diógenes. Después de muchos años, los labios de mi madre diciéndome “deja eso, es basura”, se transformaron en los de mi psiquiatra soltándome la misma mierda por la boca.
Un buen día, creyó haberme curado. ¡Qué carajo!, incluso yo creía que me había curado… Pero no.
Los dos juntos decidimos ir a prender fuego al montón de “desperdicios”, como el llamaba a mi tesoro. Al principio pensé que podría superarlo. Que debía superarlo. Pero nada más lejos de la realidad. En cuanto la cerilla tocó el charco de gasolina que avanzaba ardiente hacia mi tesoro, perdí la razón. La sola idea de perder todo aquello por lo que había estado trabajando durante toda mi vida me encendió una parte del cerebro que nunca debiera conectarse.
En un arrebato de ira, destrocé, a base de sucesivas y violentas embestidas, el cráneo de aquel hombre contra el suelo.
La sangre de mis manos centelleaba al resplandor del fuego penitente que acabó con mi pasado, con mi presente y mi futuro.
Dos años después me condenaron a cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad. Aquí no puedo salir… No puedo recoger cosas… No puedo imaginar.

jueves, 5 de junio de 2008

Habilismo...

Habilismo es la enfermedad que padece Juan, el que a continuación cuento su desventura:

Juan tenía mucho éxito en su carrera, no tenía problemas económicos
y era muy querido por sus amigos. Sin embargo, con el tiempo empezó
a sufrir dolores de cabeza, ligeros al principio, pero que fueron
aumentando de intensidad hasta llegar a ser insoportables.
Cuando su salud, su trabajo y su vida amorosa empezaron a ser
afectados por este problema, Juan se decidió a consultar con un
médico.
El especialista le examinó, realizó varios análisis, le tomó
radiografías, muestras de sangre, de heces, de orina, y por fin le
dijo:

- Le tengo una noticia buena y una mala. La buena es que puedo
curarle sus dolores de cabeza. La mala es que para hacerlo tendré que
castrarlo. Usted sufre una rara condición en la que sus testículos
oprimen la base de su columna vertebral, y eso es lo que le causa
dolores de cabeza. La única manera de remediarlo es extirpar sus
testículos.

Juan quedó sorprendido y deprimido, pero sus jaquecas empeoraban
más cada día, y preso de la desesperación decidió someterse a la
operación.
Al salir del hospital, el dolor de cabeza había desaparecido por
completo, pero se sentía abatido y desanimado, como si le faltara una
parte de sí mismo (obviamente). Caminando por un parque, se puso a
reflexionar, y decidió que, puesto que se sentía como una nueva
persona, empezaría su vida de nuevo, disfrutándola a cada momento.

Animado, pasó frente a una sastrería.

- Eso es lo que necesito - se dijo a sí mismo - Para empezar, me
compraré un traje nuevo-.

Así que entró en la tienda y le dijo al vendedor que necesitaba un
traje. El vendedor le observó por un momento y dijo:

- Muy bien, talla 46

- ¡Exacto! ¿Cómo lo sabía?.

- Es mi trabajo -repuso el vendedor-.

Juan se probó el traje, y le quedó perfectamente. Mientras se
observaba en el espejo, el vendedor le dijo:

- ¿Qué le parece una camisa nueva?.

Juan lo pensó por un momento, y respondió:

- Pues, ¿por qué no?.

- Veamos, ha de ser una talla 6

- ¡Noooo! ¿Cómo lo ha sabido?.

- Es mi trabajo -repitió el vendedor-.

Juan se probó la camisa, que le quedó super bien. Mientras se veía
en el espejo, el vendedor le dijo:

- Y cómo ve, ¿unos zapatos nuevos?

Juan estaba cada vez más animado.

- Por supuesto -dijo-.

El vendedor echó un vistazo a los pies de Juan

- Ha de calzar más o menos un 44, no?

-Juan estaba asombrado-.

-¡Exacto! ¿Cómo lo supo?.

- Le estoy diciendo que es mi trabajo -respondió el vendedor-.

Mientras Juan admiraba sus zapatos nuevos, el vendedor le preguntó:

-¿Cómo ve, ya que estamos en esto, unos calzoncillos importados que
están de lujo?

Juan lo pensó por un segundo, pensó en la operación que acababa de
sufrir, y dijo:

- Pues bueno.-

- Muy bien, debe ser calzoncillos de la talla 44.

Juancho se rió:

- No, mi amigo, ahora sí se equivoca. He usado talla 36 desde los
dieciocho años.

El vendedor negó con la cabeza:

- No amigo mío, no es posible que use la 36...

Porque el calzoncillo estaría demasiado apretado.

Te presionaría los huevos contra la basede la columna

y tendrías todo el día un gran dolor de cabeza...





P.D.: Por cierto, habilismo, por si nadie lo sabía, es un huevo colgando y el otro lo mismo