La mañana discurría tranquila. Los monjes sufrían resignados aquel calor más propio de otros rincones de la tierra mientras daban forma a sus quehaceres cotidianos. Cuatro meses después del combate entre Hi Jong y Jeremy, éste último había comenzado a dar sus primeras lecciones a los alumnos más jóvenes bajo la atenta mirada de su valedor, el maestro Chow.
A nadie le pasaba desapercibido el amor paternal que sentía el anciano por aquel forastero que, sin pretenderlo, se había convertido en una pieza clave dentro del monasterio. Sus conocimientos del mundo exterior superaban con creces a los del resto de monjes, y era habitual que las noches pasaran entre historias de sus ya antiguas aventuras.
Como cada día, los trabajos y entrenamientos se comían la mayoría de horas útiles, hasta que la caída del sol anunciaba el retiro hacia las zonas comunes para compartir mesa y animadas charlas.
Pero aquella noche fue muy diferente.
Antes de sentarse a la mesa, Jeremy pudo comprobar cómo faltaba Xian, uno de sus alumnos, al cual se le había encomendado salir del recinto para buscar hojas de Salix antes del mediodía. Con la duda marcada en su rostro, Jeremy preguntó al resto de alumnos dónde estaba el joven, sin encontrar respuesta alguna.
Ante tal perspectiva, era necesario informar al maestro Chow para ver que debía hacerse, por lo que Jeremy decidió plantear la situación al anciano.
- Maestro… Xian no ha vuelto todavía y ya hace 8 horas que salió. Le ha podido pasar algo.
- Si… llevas razón. Debemos organizar una batida para encontrarle antes de que caiga completamente la noche. Prepáralo todo.
- De acuerdo.
Quince minutos después, una veintena de monjes se apostaban en la puerta del recinto esperando recibir instrucciones cuando divisaron una figura arrastrándose por el camino. Aunque las heridas de su cuerpo no le hacían grato favor, todos los allí presentes conocieron la identidad del individuo. Se trataba de Xian.
Entre cuatro de los más fuertes llevaron el cuerpo casi inerte del joven hasta la vera del maestro Chow. Tan sólo unas tímidas palabras surgieron de su boca antes de caer en la oscuridad:
- Ejército… buscan el Cristal… Hi Jong…
Al igual que muchos de los que allí estaban, Jeremy no acertaba a conectar las palabras de Xian y darles un sentido, pero una rápida mirada a Chow evidenció que un inminente peligro se cernía sobre el monasterio.
- ¡Cerrad las puertas! ¡Coged vuestras armas! ¡¡¡Prepararos para el combate!!! –gritó el maestro mientras llamaba a un aparte a Jeremy.
- ¿Qué es lo que pasa maestro?
- Hay muchas cosas que no sabes, mi joven amigo. Hoy conocerás algunas de ellas. ¿Nunca te has preguntado porqué vivimos tan retirados del resto del mundo?
- Suponía que era para encontrar la espiritualidad.
- Sí, pero hay otras razones más poderosas aún… Nuestra orden recibió hace mil trescientos años el encargo de salvaguardar un tesoro: el Cristal de Jama. Una joya con un poder inmenso, destinado a salir de nuevo y reestablecer los antiguos ordenes mundiales. Durante cientos de años hemos conseguido que el Cristal pasara desapercibido, pero parece que alguien lo ha encontrado…y hará lo que sea para conseguirlo…
- Entonces lo defenderemos.
- No es tan fácil. Ya has oído a Xian. Es un ejército… Además, si saben donde está el Cristal es porque alguien nos ha traicionado….
- …Hi Jong…
- Piensas rápido, mi joven amigo. Seguramente les habrá avisado de nuestras defensas, por lo que parten con suficiente ventaja como para podernos defender con garantías.
- ¿Y que vamos a hacer?
- …. Vamos a sacar el Cristal de aquí….
- ¿Cómo?
- Lo harás tú….¡Sigueme!
Chow llevó a Jeremy hasta el templo central, donde el maestro abrió una trampilla oculta bajo la cual aparecieron un centenar de escaleras subterráneas. Con ayuda de una antorcha, la pareja descendió hasta una especie de cripta, cuyo centro estaba custodiado por un altar sobre el que reposaba una de las joyas más impresionantes que han visto los ojos del hombre. Su brillo azulado contrastaba con la luz de la antorcha, proyectando caprichosos colores y formas en las paredes del templo.
- Cógela y escóndela bien.
Al tocar el Cristal, una extraña sensación recorrido hasta el último trozo del cuerpo de Jeremy y acto seguido pareció que se apagaba su brillo natural.
- No te preocupes. Eso es normal. Volverá a relucir cuando encuentre a su legítimo dueño.
- ¿Pero cómo?
- Él ira hacia el Cristal. Tú sólo serás su custodio hasta que llegue el gran día. Acompáñame.
Jeremy siguió de nuevo al maestro Chow hasta una pequeña puerta que pasaba totalmente desapercibida entre los muros de piedra. Sin saber muy bien cómo lo hizo, el joven vio que el anciano hacía girar los chirriantes goznes. Más allá se abría un oscuro y húmedo túnel.
- Este pasadizo llega hasta el pozo de la aldea de Peitian. Una vez allí deberás alejarte todo lo posible. Vete a un país que nunca antes hayas visitado, donde no se te pueda conocer. Rehaz tu vida y pasa desapercibido, y sobre todo, no hables jamás del Cristal o de la Orden de Jama… Algo me dice que la llegada del elegido está cercana…Que tengas suerte, mi joven amigo- dijo Chow mientras se fundía n un abrazo con su alumno.
- Intentaré salir ileso de esta. Nunca le olvidaré…
- …Yo tampoco… Y ahora ¡Huye!
Mientras Jeremy se abría paso entre las telarañas de ese interminable muro, sobre su cabeza se estaba desarrollando lo que los historiadores conocen como batalla y el resto de los humanos conoce como masacre.
Aunque estaban bien entrenados en el cuerpo a cuerpo, las nuevas armas introducidas por los occidentales daban pocas posibilidades para que los monjes lucharan en igualdad de condiciones. Poco a poco fueron cayendo, hasta que sólo quedaron en pie unos pocos. Asumiendo la derrota, el maestro Chow dio un paso al frente esperando recibir el golpe de gracia.
Hi Jong tomó el testigo surgiendo entre los cuerpos de los mercenarios armaos hasta los dientes.
- ¿Dónde está el Cristal?
- Nunca lo encontrarás.
- ¿Quieres apostar?
Con un simple gesto, Hi Jong se responsabilizó de dar muerte a quien fuera su maestro. Apenas un movimiento de su sable sirvió para cortar la cabeza del anciano.
Con la caída de Chow terminó la historia del monasterio de la Orden de Jama, pero el Cristal estaba a salvo… de momento
Un mercenario se acercó hasta Hi Jong.
- ¿Y ahora, jefe?
- ¿Ahora? Ahora toca buscar a un sucio extranjero…pegadle fuego a todo.
continuará….
NO PUEDO PARAR DE CREAR
El fotógrafo gallego José Cendón escribe "Billete de ida". Es la historia de una persona que no deja de luchar por la suerte de África.
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lunes, 11 de agosto de 2008
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3 comentarios:
después de un tiempo de relax (Petróleo Rock, Quintanilla, etc), el gran Jeremy vuelve a estar de moda entre los fabulilleros.
Espero sea de vuestro agrado
En vez de mercenarios hubiera preferido al ejercito más poderoso que ha habido en la faz de la tierra... EL NAZI.
A bonita historia, escueto comentario.
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