Foto de la semana

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José Cendón

NO PUEDO PARAR DE CREAR

El fotógrafo gallego José Cendón escribe "Billete de ida". Es la historia de una persona que no deja de luchar por la suerte de África.

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jueves, 30 de octubre de 2008

El Cristal de Jama Cap. 6 Otra Huida

El tiempo apremiaba. Aunque creía estar preparado para la llegada de este momento, la posibilidad de que los hombres de Hi Jong le encontraran había ido aparcándose en su mente y ahora le pillaba por sorpresa.
- ¿Qué ocurre papá?
- Te lo explicaré de camino. No hay tiempo. Sube a tu habitación y coge algo de ropa. Yo me encargo del resto.
- ¿Qué has hecho?
- No es lo que yo haya hecho, sino lo que nos pueden hacer a nosotros si nos cogen… ¡Vamos!
Esa frase fue el estímulo que necesitaba la incrédula hija de Jeremy para obedecer por fin a su padre. Mientras ella subía corriendo las escaleras, el guardián del Cristal bajó al sótano.
Allí, en un oscuro rincón estaba el baúl en el que descansaba la génesis de todo lo que se avecinaba. Jeremy se arrancó el colgante que sujetaba la llave del cofre y lo abrió. Una vez más, allí estaba la gema, esperando a ser trasladada en un intento por mantenerla a salvo de manos equivocadas. El antiguo alumno de Chow la cogió como ya hiciera hace años y la guardó bien en su regazo. Cuando subió del sótano, su hija bajaba las escaleras corriendo. El temor también se había apoderado de ella, pero era un temor distinto. Era el miedo a lo desconocido, que sin duda es más fuerte del que se siente cuando sabes a lo que te enfrentas.
- Ya está. He cogido un par de abrigos y tu cartera. Toma, las llaves del coche.
- No, no vamos en coche.
- ¿Cómo? ¡Pero si estamos en mitad del puto monte!
- Ya lo sé, y es nuestra mejor salida.
- ¿No me vas a explicar lo que está pasando, ¿Verdad?
- A su debido tiempo. Ahora ¡sígueme!
Jeremy se acercó hasta la puerta trasera de la casa, que pasaba totalmente desapercibida entre los matorrales que la rodeaban. Al abrirla echó un rápido vistazo alrededor. De repente se oyó un ruido en la entrada de la cocina, a lo que siguió el sonido de un cristal rompiéndose en mil pedazos en algún lugar del piso superior. La joven Cynthia se sobresaltó. Entonces se dio cuenta del peligro real.
Apenas una veintena de metros separaban la puerta trasera del inicio de un bosque que nadie conocía mejor que Jeremy y que se había convertido en su única vía de escape.
- Cuando yo te diga corre todo lo que puedas y no te separes de mí, ¿Entendido?
- Si.
- …Ahora…
Acto seguido, padre e hija se adentraban en el bosque sin que ningún ojo reparara en ellos. O al menos eso creyó Jeremy.
Durante más de una hora, la pareja de fugitivos de su propia casa corrió como alma que lleva el diablo a través de los árboles y arbustos sin evitar caidas y rasguños. Así llegaron hasta un arroyo que bajaba crecido por culpa de la mínima, pero incesante lluvia.
- Espera papá… Necesito un respiro –dijo Cynthia entre jadeos
Jeremy alzó la vista alrededor. De momento habían dado esquinazo a sus perseguidores. Todavía no se podía creer la suerte que había tenido de ver a aquel monje entre la lluvia.
- Está bien. Pararemos un par de minutos antes de seguir.
- ¿Seguir adonde? Llevamos más de una hora corriendo sin parar. ¿Qué es lo que está pasando?
- Vienen a por nosotros… bueno, vienen a por mí. A por algo que tengo guardado desde hace años.
- ¿El qué? ¿Quién? ¡¿Porqué?!
- Es muy largo de explicar. Ahora no tenemos tiempo. ¡Vamos!
La pareja volvió a comenzar su carrera siguiendo el cauce del arroyo. El agua que no dejaba de caer les impedía ver y el barro se acumulaba ya en sus pies dificultando su marcha, pero Jeremy parecía no cansarse. Mientras corría, su mente divagaba buscando la razón de tanta locura, intentando tejer un mapa de situación y adelantar acontecimientos. Los enemigos eran inflexibles. Eso ya quedó probado tiempo atrás. La única opción que le quedaba era seguir corriendo, escapar de nuevo hasta un lugar perdido y empezar una nueva vida. Pero esta vez tenía bajo su custodia a una adolescente, lo que era un problema añadido. Por un momento lamentó el haberse enamorado de Elisa y consumar su amor teniendo a Cynthia, pero una rápida mirada a su hija borró tales pensamientos de su cabeza.
Tenía que huir, llevar el Cristal lejos de las garras de Hi Jong. Tenía que volver a empezar… O no…
Media hora después, Jeremy se paró bruscamente en el lindero del bosque. Habían llegado a otro caserío.
- Aquí vive el cabrón de Aitor –dijo Cynthia
- ¿Sí? Pues nos va a hacer un favor. Sígueme.
Buscando las sombras, la pareja de fugitivos rodeó el edificio hasta llegar a un pequeño y rudimentario garaje. Allí descansaban dos coches.
- El de Aitor es el viejo, ¿verdad?
- Si.
Con una mirada previa alrededor, Jeremy se cubrió el brazo con unos trapos manchados de aceite y rompió el cristal de un coche de los años ochenta.
- ¿Pero que haces? –preguntó Cynthia con un tono de miedo en su voz
- ¿Tú que crees? Sube.
- Pero…
- Que subas.
La situación estaba cambiando la actitud de la muchacha. Quizá la tensión del momento le hiciera obedecer a su padre con mayor aplomo. Jeremy metió la cabeza debajo del volante y arrancó un puñado de cables. Aunque nunca antes lo hecho, sabía hacer un puente a un coche antiguo.
- ¿Sabes? Nunca creí que hiciera esto.
- Créeme, yo estoy más sorprendida que tú.
Después de unos chasquidos, el coche arrancó y Jeremy salió picando rueda del garaje justo cuando la puerta trasera se abría para que la luz iluminara la estancia. Allí, en el umbral, Aitor vio como el padre de la chica a la que se quería cepillar le robaba el coche.

Continuará…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

picando rueda....

KOKE dijo...

a ver cuando le da una somanta de ostias al de Gi-jón o como se llame...

Anónimo dijo...

Oh violencia, violencia
Tu que eres mi gran compañera
con saber dar dos hostias
todo se soluciona a TU manera...

Oh violencia, violencia
Tu que eres gran consejera
Dejame contar mi historia,
pero haciendolo a MI manera