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José Cendón

NO PUEDO PARAR DE CREAR

El fotógrafo gallego José Cendón escribe "Billete de ida". Es la historia de una persona que no deja de luchar por la suerte de África.

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jueves, 30 de octubre de 2008

El Cristal de Jama Cap 7 La Despedida

La noche había sido fría y oscura. La lluvia había dado paso a un viento que cortaría la cara al mismísimo Yeti y el coche sin ventana se convertía en el blanco perfecto de la furia de los elementos.
Desde que habían salido de casa de Aitor, hacía ya más de cuatro horas, Cynthia había tenido tiempo de quedarse dormida en el asiento del copiloto y una mínima claridad dejaba entrever que un nuevo día había llegado. Eran las diez y cuarto y estaban a punto de atravesar la frontera de los Pirineos por una carretera secundaria. Desde la entrada en vigor de la UE, el paso se había convertido en una nimiedad, incluso si llevabas un coche robado.
Durante el viaje, Jeremy no había dejado de pensar en la sucesión de acontecimientos que se habían desatado la noche anterior, y lo que es más importante, los que se sucederían de ahora en adelante. Estaba barajando la posibilidad de ir hacia el norte, hacia París. Allí cogerían un avión hasta algún destino africano inhóspito y volverían a empezar su vida.
Al cabo de diez minutos, los fugitivos llegaron a un pequeño pueblo de montaña. La huida le había estropeado la tortilla y el depósito de gasolina estaba ya bajo mínimos, por lo que Jeremy decidió parar en la estación de servicio.
- Cynthia, despierta. –dijo su padre.
- ¿Dónde estamos? –dijo la muchacha con los ojos aún cerrados
- Acabamos de entrar en Francia. –respondió.
- ¿En Francia? Tengo hambre.
- Yo también, vamos a llenar el depósito y a comer algo. Te debo una explicación.
Mientras Jeremy cargaba de gasolina el coche, su hija entró en la tienda. Al rato salió con una bolsa llena de pan, chocolatinas y zumo. Había comenzado a llover de nuevo.
- Joder –dijo Cynthia a su padre-. Por si fuera poco, encima tenemos que aguantar la lluvia.
- Entra, comamos algo dentro del coche, allí en el aparcamiento. –inquirió Jeremy desde el asiento.
- Bueno. Ahora me contarás porqué coño estamos en un pueblo francés escapando de no se quien, ¿verdad?
- Si… a ver por donde empiezo… Hay muchas cosas que os he estado ocultando, tanto a ti como a tu madre. Hace muchos años yo participaba en una expedición por la región del Tibet cuando me separé de mis compañeros. Después de varios días vagando, encontré un monasterio que había permanecido oculto durante siglos y acabé ingresando en la Orden de Jama. Durante muchos años permanecí allí, aprendiendo artes marciales y conviviendo con los monjes.
- ¿La Orden de Jama?
- En aquel monasterio se guardaba un… una joya de suma importancia, y sus monjes tenían el deber de guardarla hasta que su legítimo dueño la reclamase. Pero algo se torció. Uno de los maestros de la Orden preparó un pequeño ejército y atacó el monasterio para hacerse con el Cristal. Yo tuve que huir con él para mantenerlo a salvo. Cambié mi identidad, me asenté en el caserío, conocí a tu madre y el resto de mi vida he estado mintiendo.
- Pero…
- Sé lo que piensas… Soy un cabrón… Pero era muy importante pasar desapercibido. Aunque parece que no ha servido de mucho… Después de casi veinte años me han encontrado.
- ¿Y ahora que va a pasar?
- No lo sé cariño. Había pensado en huir hasta París para coger un vuelo hacia África y allí empezar de nuevo. El problema eres tú.
- ¡Que te jodan!
- No me has entendido. No eres ningún problema, sino una preocupación añadida en mi situación…en nuestra situación. No dudes de que irán también a por ti si nos cogen.
- …. Pero, ¿Porqué ese… Cristal? ¿Qué tiene de especial?
En ese momento, el teléfono móvil con el que Cynthia organizaba su vida sonó.
- ¿Quién coño será? –dijo la muchacha
- Trae, yo contesto.
Jeremy cogió el teléfono entre sus manos, marcó la tecla verde y se lo acercó a la oreja.
- ¿Quién?
- Pensabas que me había olvidado de ti, ¿verdad, extranjero? –dijo una voz extrañamente conocida al otro lado del teléfono
- ¿Cómo me has encontrado?
- En una ocasión te dije que no me subestimaras. Quiero el Cristal.
- No te lo daré nunca, aunque tenga que pasarme la vida huyendo. ¡Tú mataste a Chow!
- Ese viejo mentiroso se lo merecía. Créeme. Es inútil que sigas huyendo, te podemos encontrar mejor que hace veinte años. Ahora por ejemplo, un aparatito que tengo aquí a mi lado me dice que estás parado en un pueblecito de los Pirineos…
Cuando oyó esas palabras, un escalofrío recorrió el cuerpo de Jeremy desde la coronilla hasta las uñas de los pies. Colgó el teléfono y miró a su hija.
- ¿Qué pasa?... ¿Papá?... Me está empezando a rallar muchos toda esta mierda
- … Es inútil que siga huyendo… tengo que enfrentarme a Hi Jong –dijo Jeremy para sí mismo después de unos segundos de silencio sepulcral.
- ¿Hi Jong? ¿Quién coño es Hi Jong? ¿Qué pasa ahora?
El teléfono volvió a sonar inquisitivo. Había llegado el momento, pero Jeremy todavía podía jugar bien sus cartas. Sacó del interior de su cazadora el bulto que escondía la génesis de todos sus problemas. Sin quitarla los trapos que la rodeaban, Jeremy miró fijamente a su hija, le entregó la gema y le dijo.
- Cynthia. Quiero que cojas esto, lo guardes y salgas pitando de aquí. No digas dónde, ni a mí ni a nadie. Vete al rincón más alejado del planeta y pasa desapercibida. A partir de ahora tú eres el custodio del Cristal de Jama. No hables nunca de ello con nadie y espera la llegada de su dueño.
- Deja de decir gilipolleces, papá, esto es una locura. ¡Si les damos el puto cristal nos dejarán en paz!
- ¡No! ¡No se lo entregues nunca! Esto es más serio de lo que te parece. Toma, coge las llaves del coche y vete. No pares. No mires atrás. Sólo así podrás salvarte.
- ¡Yo no me voy a ningún sitio que no sea mi casa!
- Cynthia…Ya no tienes casa…. Ni nombre… ni siquiera tienes pasado. Lo único que tienes es una obligación….No se si crees en el destino, pero en esta vida hay fuerzas que nos obligan a tomar decisiones difíciles, muy difíciles. Tienes que huir…Te quiero… Quería a tu madre y te quiero a ti. Habéis sido lo único que me ha salvado de toda esta locura. Siento haberte metido en esto…
Desde que Elisa se había ido, ninguna lágrima había surcado la cara de Jeremy, pero los ojos vidriosos delataban el duro momento que estaba viviendo. Miró fijamente a su hija, le dio un tierno beso en la frente y se bajó del coche.
- Vete. No quiero que mueras por mi culpa, hija. No te preocupes, si salgo vivode ésta te encontraré. Te lo prometo.
- Nunca me habías prometido nada –dijo Cynthia también entre sollozos-. Cúmplelo…
- …Te lo prometo…
La muchacha arrancó. Aunque no tenía edad para conducir, Cynthia le había cogido el coche a su padre y tenía la suficiente maña como para pasar desapercibida.
- Adiós, papá. Ten cuidado.
- Y tu, hija. Te quiero…
- …Yo también.
Con estas palabras resonando todavía dentro de su cabeza, la muchacha inició la marcha. Jeremy siguió el coche con la mirada hasta donde pudo y se sentó en una pequeña roca a esperar al causante de tanto dolor.

Continuará…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Ya queda poco compañeros...

KOKE dijo...

buah ya puedes ir metiendo un final con katanas, spunis y toa la perca tronjco... Violencia. Y besos y abrazos también

Anónimo dijo...

yo ya se el final de esta historia... es un remake de esos

Anónimo dijo...

un rema-ke de ke?