Confesiones de un profeta

Algunos opinan que el ser humano necesita algo en qué creer, otros que la religión sirve como pegamento que une cuerpo y espíritu, e incluso hay gente que cree que algún dios controla su vida. Yo suelo ser más pragmático y opino que el mundo es gilipollas.
Quizá parezca detestable, pero es lo que me ha enseñado la experiencia. A mí y a otros muchos antes. Fíjate sino hasta donde han llegado los preceptos de Jesús y Mahoma. ¿Por qué no iba a ser yo como ellos? Vale, es cierto, la mentalidad reinante en pleno siglo XXI es bien distinta a la que vivieron estos dos personajes, pero todavía queda gente rara en el mundo, y yo me voy a aprovechar.
Voy a fundar una nueva religión: el Rocanrolismo. La idea me surgió viendo un capítulo de esa gran serie llamada Futurama.
La verdad es que los cimientos de esta nueva espiritualidad ya están levantados desde hace tiempo, por lo que será relativamente sencillo acaparar un buen numero de fieles a mis filas. Los primeros profetas llevaban nombres como Led Zeppelín o Black Sabbath. Éstos imprimieron un germen que durante décadas ha sido referente para millones de personas. Cristianos, judíos o musulmanes. Chinos, blancos y negros (estos últimos inspirados por la magia de Hendrix y demás).
El Rocanrolismo tendrá sus propios mandamientos y sacramentos. Aunque todavía no los tengo definidos al cien por cien, algunos están claros: Amarás el Rock & Roll sobre todas las cosas. Santificarás el sexo y las drogas. Honrarás a los grandes mitos. No tomarás el Rock & Roll en vano…
Yo creo que la idea es buena. Muy buena. Llegará un día que mi nombre se recordará en los libros de historia. Mi foto saldrá en la Wikipedia y lo más importante de todo: me haré rico sin necesidad de organizar suicidios colectivos como hacen otros mal llamados profetas.

Lo único malo es que tendré que esperar a salir de estas paredes que aún hoy me aprisionan. Todavía no he conseguido convencer a los enfermeros de que no estoy loco para que me dejen salir de este sanatorio mental.