La Fábula de La Polla de Boja y los Cojones de Montoya
(Si alguien es sensible a las guarradas que no lo lea, la blog no se hace responsable).
Entre Kosovo y Mauritania, cerca de Melbourne a la orilla del cristalino PO, la polla de Boja y los cojones de Montoya caminaban sin rumbo hacia un escampado sin nombre llamado “el escampado de los úteros abiertos”. Bueno más o menos situado cerca de la zona de turismo sexual llamada Madrid. La polla de Boja había olvidado sus huevos (en una de esas tantas veces que va a orinar), y le pidió prestados a Montoya los suyos.
Cuando llegaron al destino sólo encontraron una vagina, ¡pero que vagina!, unos labios tersos y suaves (de esos de las pelis porno con presupuesto). En un instante se creo un aroma a paraíso, y la Polla de Boja tuvo un orgasmo, pero no se corrió. Pensó que los Cojones de Monpo estaban cansados del viaje.
De repente la vagina dijo – Hola dulce pene ¿podrías explorar mis recónditos lugares, mientras tus dos amiguitos te empujan?
La polla de Boja, pensándoselo dos o tres veces, accedió a la proposición. Pero la vagina húmeda volvió a hablar – solamente existe un problema, soy una vagina maldita y sino eyaculas sufriré una transformación. Por el contrario si expulsas semen en cantidades industriales, te satisfaceré hasta el infinito. Tendrás el orgasmo más orgásmico de tu vida. Ah! Y el tamaño no importa.
La vagina no tenia ojos pero lo dijo porque si, y ya tá.
La Polla de Boja, digo Boja, se introdujo en la vagina. Tuvo un orgasmo satisfactorio pero no se corrió. Sintió que le faltaba algo para llegar al sumun del placer absoluto. Faltaba la eyaculación. Los cojones de Montoya no funcionaban, y pasó lo que no tenía que pasar. La Polla se desenfundó y la preciosa vagina empezó a temblar hasta convertirse en un coño sucio y repugnante…blablablá blablalba… Lo peor de todo ej que estaba en celo. Sus óvulos querían espermacho a toda costa. La Polla de Boja se estremeció ante tal espectáculo, y adquirió su forma de cacahuete. Los Cojones de Montoya se refugiaron en su zona escrotal reduciéndose a más no poder, quedando como dos nuececillas. Paralizados esperaban su castigo. Pero les salvó un dedo, el dedo de la dueña de la vagina pasaba por allí. Volvía de la peluquería, de teñirse la uña de rojo. Y como la dueña formaba parte de ese 80%, zas zas chuflu…
El dedo terminó. Se puso su cinto de oro, y se marcho en busca de sus nueve hermanos. Pero el coño todavía estaba ansioso de tozoides. Así que la Polla de Boja y los Cojones de Montoya, salieron corriendo. Luego se pusieron un canchonchelo, y marcharon a un váter para aliviar la tensión.
Moraleja: No hay como tus cojones para salir de marcha.
Un relato de Mamerto Juárez.
NO PUEDO PARAR DE CREAR
El fotógrafo gallego José Cendón escribe "Billete de ida". Es la historia de una persona que no deja de luchar por la suerte de África.
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