Quién sino tú, tecnología rústica,
para aliviar mis labios sedientos.
Para saciarme tras la larga jornada,
y atemperar el esfuerzo sufrido.
Quién sino tú, cántaro de barro,
humilde arcilla cocida, frescura,
milagro espontáneo, vientre preñado,
Que de tu pitorro das vida.
Y tú madera torneada imperfecta,
perfecta elegante simplicidad.
Descaso de humildes y vasallos.
Trono de reyes de campo.
Incómodo redondo amigo,
simple modesto asiento.
Reposo de mi cansancio,
que dulcificas mi desaliento.
Y porqué no tú, tenaza,
herramienta de acero.
Compañero universal
De manitas y herreros.
Cono truncado,
Que moldeas a medida.
De tu nombre también dicen:
Camarada buscavidas.
2 comentarios:
Lo que la ciencia no llega a entender , el martillo lo endereza... Buenérrima Koke!
¡¡¡¡¡¡¡¡como tengo los rapsodas, señora!!!!!
Me los quitan de las manos oiga.
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